viernes, 1 de julio de 2011

Compromiso, misericordia... Corazón de Jesús

El sentido de la solemnidad del Corazón de Jesús no es otro que celebrar y recordarnos, a nosotros y entre nosotros, que Dios esta enamorado de su pueblo (Dt 7, 6-11) y que Dios es Amor. Esto último no deja de repetirlo Juan en una de sus cartas y a veces nos cuesta reconocerlo. Reconocer que el Dios de Jesús es un Dios comprometido,implicado de tú a tú con el mundo hasta el límite de encarnarse en un corazón humano, esto es, hacerse carne, hacerse hombre, haciéndose uno como nosotros, diciéndonos de esta forma que hace suya nuestra debilidad, nuestro sufrir y también nuestra dicha, trasladando eso que esta escrito acerca de los hombres y mujeres de este mundo: hechos "a imagen y semejanza de Dios".

El amor, en sus múltiples variantes, es el motor, el fuelle del mundo: la pasión, la entrega, el servicio, la misericordia,el perdón.... todo ello es reflejo de algo que trasciende, que no es otra cosa que amor.


Supongo que cuando uno ha experimentado el amor en alguna o varias de sus formas, cuando se entrega por algo o alguien, cuando sufre al ver sufrir a al que quiere con locur; cuando ama sin esperar nada a cambio; cuando perdona o se deja querer como hijo o como un amante de verdad... cuando uno disfruta de todo ello empieza a entender un poco mejor en que consiste eso del AMOR ( sí, con mayúsculas) ,eso de, (como me gusta decir desde hace un tiempo) poner el corazón en juego.


Implicarse. Comprometerse. Apostar...


Eso representa el Corazón de Jesús, el amor de un Dios que se implica, que se compromete, que apuesta por nosotros llamándonos a cada uno por nuestro nombre (Is 41, 1).


Un Dios que la Sagrada Escritura reconoce a lo largo de sus textos como misericordioso. Hoy, precisamente en el transcurso de la eucaristía en torno al Sagrado Corazón, una amiga, religiosa de Jesús-María compartia su significado etimológico. Misericordia viene del latín misericordia, formado de miser (que viene a significar desdichado) y cor, cordis (corazón) o sea, que lo que viene a expresar es esa capacidad para poner el corazón en la desgracia ajena, situar el corazón en medio de la miseria. Eso completa el contenido de la solemnidad de hoy, un Dios que encarnado vive en medio de la desolación, lo encuentras entre los escombros del dolor, acompañando y sanando, sosteniendo y alentando, tal y como hizo con su propio Hijo la noche de Getsemaní.



Casi sin darme cuenta hemos repasado el camino para gustar y sentir plenamente esta antigua tradición de devoción al Corazón de Jesús. En primer lugar ser conscientes de que Dios es amor y ese amor supone compromiso y entrega sin reservas,soportar , aguantar y perdonar como dice S. Pablo en su carta a los Corintios.


Unido a esto va la experiencia personal, el gustar y "sufrir" en propias carnes que supone amar, pues si uno llora es que realmente ha amado dice la letra de una popular sevillana, y tal vez sea verdad. El amor de verdad, el sincero y maduro, es aquel que va de la mano del sufrimiento,y también del gozo sincero, en tanto que te implica haciéndote uno con el otro.


Y la experiencia que completa el sentido de esta rica devoción es la opción por el sufriente. De nada vale estar lleno de amor y pretender creer que el amor solo se retroalimenta entre unos pocos. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis,y tal vez el mejor regalo sea amar como a uno han amado, o mejor aún, incluso heridos no dejar de amar.


La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, hoy tan estropeada y dañada por prácticas sensibleras y ordinarias estatuillas de escayola, contiene el mensaje fundamental de nuestra fe, y es síntesis de toda la Buena Noticia que recogen los Evangelios. Toca revitalizar esa práctica, extender una devoción que habla de amor, de compromiso, de Dios. Ser capaces de musitar esa jaculatoria que nuestras abuelas murmuraban -Sagrado Corazón de Jesús,en Vos confío- con fe, teniendo claro que hablar del Corazón de Jesús es hablar de un Dios que no se olvida del mundo.


Y es que, más allá de estampas, detentes y las mencionadas figuras de marmolina, existe una devoción que condensa, de manera clara y directa, el mensaje del Evangelio y nos recuerda el compromiso del Verbo encarnado para con todos los hijos de Dios, mensaje en torno al cual gira toda nuestra historia de salvación.

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