sábado, 16 de julio de 2011

Salve, Estrella de los Mares

Es la primera vez en muchos años que pasaré el 16 de julio lejos del mar.

La fiesta de Nuestra Señora del Carmen es una de las advocaciones marianas más populares en España, y en mi caso, por mi familia y mi historia, es uno de los días señalados en el calendario.

El recuerdo de esta madrugada adornando alfombras de serrín en el popular barrio de la Isleta de mi ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, esta todavia vivo en mi. Muchos años pasé junto con mi familia, en la calle donde mi padre se crió, rellenando dibujos hechos a tiza en el asfalto, con las manos tintadas de diferentes colores por la combinación de serrín coloreado. Esa noche la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, procesionaba de madrugada sobre las alfombras que habíamos hecho horas antes. Recuerdo como mi madre nos despertaba , a mis hemanos y a mi, cuando el paso de la Virgen empezaba a oirse, recuerdo el olor a pólvora de la rueda de voladores, así como su tronar, y recuerdo a mi familia, apoyada en el balcón de la casa de mi abuela, mientras ésta, sentada tras el balcón, guardaba silencio y musitaba oraciones a la Reina de los mares, supongo que muchas de ellas serian acciones de gracias por los hijos, los nietos, por tanto bueno que la vida le había dado. Recuerdo el último año que celebramos con ella ese día. Pocos días antes Miguel Ángel Blanco había sido asesinado y frente a casa de mi abuela, la alfombra que se dibujaba era un enorme lazo negro de luto por el cobarde asesinato. Parecia que la Providencia nos advertía que mi abuela se despedia también aquel día de la fiesta más popular del barrio y de la Estrella de los Mares. Ese año quiso ella pagar una rueda de voladores también frente a nuestra casa que, si cierro los ojos, casi pudo visualizar con colores y todo. Apenas mes y medio largo después mi abuela "mami",como cariñosamente le decíamos, entraba por la puerta grande del Cielo, de la mano de la Madre Teresa de Calcuta, ambas dejaron este mundo el 5 de septiembre de 1997, en silencio y paz, ambas en su casa y rodeadas de aquellos que más las querían.

Mis años en Las Palmas siempre me tuvieron cerca de esta fiesta, y la devoción a la Virgen del Carmen era perenne en mi barrio. Ello hacía que cada día que marchaba a la playa de paseo solo, o en compañía de alguien, acabará llegando junto a La Puntilla, en la playa de las Canteras, para rezar brevemente a una pequeña imagen que mira hacia el mar y la playa.

Durante estos últimos años ha sido en Málaga donde he podido disfrutar de este día. Desde los espigones de la playa de El Palo, rodeado de cientos de personas he visto entronizar a Nuestra Señora del Carmen en una barca que paseaba a la Virgen por parte de la costa de la capital malagueña. La procesión de entrada a la playa y el momento de situarla en la barca era chulísimo, especialmente intenso y animado. El paseo de los costaleros vestidos con fajin, rojo y descalzos, metidos en el agua hasta la cintura, bailando a la Virgen y gritando "¡guapa, guapa y guapa!" forma parte de mis recurdos más vivos de este día. Con el paso de los años fui cogiendo un cariño especial a esa fiesta concreta en aquella concreta playa de la costa malagueña.

Este año me toca vivir este día lejos del mar, lejos de la brisa salada y con la salve marinera en mi mente, echando de menos muchas cosas y pidiendo hoy, a la madre de Dios que siga cuidando de mi...


¡Salve!, Estrella de los mares,
de los mares iris, de eterna ventura.
¡Salve!, ¡oh, Fénix de hermosura!
Madre del Divino Amor.

De tu pueblo, a los pesares
tu clemencia dé consuelo.
Fervoroso llegue al cielo
y hasta Ti, y hasta Ti, nuestro clamor.

¡Salve!, ¡salve!, Estrella de los mares.
¡Salve!, Estrella de los mares.
Sí, fervoroso llegue al cielo,
y hasta Ti, y hasta Ti, nuestro clamor.

¡Salve!, ¡salve!, Estrella de los mares,
Estrella de los mares,
¡Salve!, ¡salve!, ¡salve!, ¡salve!.

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