jueves, 11 de octubre de 2012

Comenzamos el Año de la Fe

Queridos amigos;

Creo que es importante pararnos unos minutos a valorar la trascendencia del día de hoy para los que nos sentimos llamados a contruir Reino y ser testigos del Dios encarnado en Jesús de Nazaret.

Hoy 11 de octubre celebra la Iglesia la festividad de Juan XXIII, el Papa bueno que soñó con una Iglesia más encarnada en el mundo de hoy, siempre de la mano de la experiencia de lo vivido por nuestra enorme familia de fe. Fue el Papa padre y artífice del Concilio Vaticano II de cuya solemne apertura hace hoy 50 años. Aquel día Juan XXIII pronunció un discurso, "Gaudet Mater Ecclesia" muy optimista, cargado de ilusiones y cuyo contenido hablaba de un depósito de la fe que era inalterable, pero cuya trasmisión debia ir de la mano de los tiempo; era pues momento de se preguntarse cómo debeía expresarse la Verdad contenida en la persona de Cristo.

En el contexto de estas dos celebraciones, el Papa Benedicto XVI ha inaugurado hoy desde la Plaza de S. Pedro el Año de la Fe. En palabras de Benedicto XVI el Año de la Fe "es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo" (Porta Fidei, 6). Y tras esta presentación inicial, de la lectura de la Carta que convoca el año, la "Porta Fidei" y las intervenciones del Papa se puede sacar mucho más.

El Año de la fe que hoy comenzamos es una año para REPENSAR nuestro modo de estar en el mundo como cristianos; es un tiempo para PROFUNDIZAR en nuestras raíces de fe más cotidianas para mejor conocernos; es tiempo de ser CREATIVOS en nuevas formas de hacer llegar a Dios a la gente, de INNOVAR y LANZARNOS con renovada ilusión a hablar de Dios. Es tiempo de ser SAL con coherencia pero, quizás, es momento de ser un poco más de LUZ. Tiempo de COMPROMISO y sobre todo tiempo de EVANGELIO ENCARNADO. Es tiempo para SALIR fuera y llevar el anunio cotidiano de Dios más allá de nuestras Iglesias, centros de espiritualidad, y obras religiosas dónde nos sentimos cómodos y seguros. Y en el contexto de crisis de valores y económica que ahora vivimos es tambien tiempo de DAR LA CARA.

Tengo muy muy claro que este Año de la Fe es tiempo de OPORTUNIDADES.

Y es que cuánto más se conoce a Jesús, más se siente uno atraido por su mensaje, más se deja tocar por Dios y más se enamora. Y cuando más amor hay, más seguimiento nace. Dar a conocer a Dios para mejor amarle y mejor seguir, una frase muy ignaciana.

Mucha gente no leerá nunca el Evangelio, sin embargo muchos de ellos comparten día con nosotros, leyendo y participando de nuestra vida. Es toda una oportunidad para reflexionar de manera individual y como Iglesia, como ser Evangelio encarnado, ser coherentes con lo que creemos y verbalizar nuestra fe. Mucha gente no leerá otro Evangelio más que nuestra propia vida y eso es todo un regalo y toda una responsabilidad.

Sin más me despido animando a participar de este Año. Como Iglesia surgiran muchas iniciativas y quizás a nivel parroquial, de grupos o individual es bueno que nso dejemos llevar por el Espíritu y, amen de participar de muchas de las ya convocadas, surjan entre nosotros nuevos modos para llegar al hermano y hablarle del Dios que nos llena de VIDA en mayúsculas.

Que mejor forma que terminar que encomendar este deseo al Señor de la mano del bueno de Juan XXIII

Un fuerte abrazo y Feliz Año de la Fe

viernes, 4 de mayo de 2012

S. Jose Mª Rubio, apóstol de Madrid, lámpara encendida

Creo que hay vidas entregadas al servicio del Evangelio que merecen la pena que nombremos, o cuanto menos que las tengamos presentes... amén de todas esos rostros anónimos que se pierden en la historia y que Dios bien conoce. Y si esas vidas a mi me tocan el corazón me gusta compartirlas con aquellos que me leen y me siguen a pesar de mi falta de continuidad en el blog.

Hoy celebra la Iglesia la festividad del padre S. Jose Mª Rubio sj. Este almeriense entró al Seminario intuyendo una vida que termino entregando al Señor de la mano del servicio a los demás, consagrándose al sacerdocio. Poco a poco fue enamorándose del estilo de los sj, hasta el punto de llamarse a sí mismo "jesuita de afición" y siendo ya sacerdote ordenado entro en la Compañía de Jesús cuando residia en Madrid. Estamos hablando de principios del s. XX, hace menos de 100 años. Una vez dentro de la Compañía tuvo que hacer unos estudios añadidos y profundizar en el conocimiento de la espiritualidad ignaciana. Para su experiencia Pastoral fue destinado a la ciudad de Sevilla.
 
En Sevilla, por entonces, coincidieron tres grandes de nuestra historia más cercana: Tiburcio Arnáiz, hoy camino a la santidad por su dedicación a los pobres en Málaga, enterrando en la Iglesia del centro de Málaga junto al Thyssen y visitado a diario por decenas de fieles que buscan su intercesión; el padre Tarín, enterrando en la iglesia del Sgdo Corazón en Sevilla, declarado venerable por Juan Pablo II en 1987, también en proceso de beatificación y con fama de santidad extendida por el pueblo sevillano, y el padre Rubio, hoy ya inscrito en el libro de los santos y beatos de nuestra Iglesia.

Me impresiona mucho como la historia hace coincidir en el mismo pasillo de una casa a tres gigantes del Amor de Dios. Testigos de fe. Tres hombres que dedican su vida al Evangelio, empeñados en la construcción del Reino, con los mas y los menos del contexto de su época, pero todos de indudable entrega, austeridad y servicio. Otra curiosidad que me toca muy de cerca, todos eran grandes devotos del Corazón de Jesús, hasta el punto que Arnaiz impulsó la procesión en Málaga y el padre Rubio fue impulsor del monumento al Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles y participó activamente en el discurso de Alfonso XIII durante su inuguración en 1919 y en la redacción de la consagración que alli se pronunció. Cuestiones materiales, pero que dejan paso, que trascienden el celo por una devoción que no deja de hablar de amor y entrega en mayúsculas materializada en el Corazón de Jesús y esa devoción que nos toca ir recuperando sin ñoñerias. Musitar la jaculatoria de "Sagrado Corazón de Jesús, en vos confio" que todos hemos oido a nuestras abuelas, es un acto de fe, de confianza, que a veces asusta decir en conciencia.

El Padre Rubio, ya firmando sj, pasó su vida en los pueblos y suburbios colindantes a la capital madrileña, entregado a la catequesis y el servicio de los más pobres. Hasta el punto que se ganó el "titulo" de "apostól de Madrid" por su dedicación incansable entre los sufrientes, así como el consejo y el acompañamiento espiritual de aquel que lo buscaba.

Hoy esta enterrando en la Iglesia de S. Francisco de Borja en Madrid, conocida también, aunque sea de pasada, pues ETA pusó alli una bomba a Carrero Blanco en 1973 y su coche acabó en el patio de los jesuitas. Además del Padre Rubio en la misma Iglesia estan los restos de S. Francisco de Borja, amigo intimo de S. Ignacio y Tercer General de la Orden jesuíta.

Yo apenas conocia al Padre Rubio hace un par de años pero su vida es para impresionarse y su canonización me resulta curiosa y la tengo grabada en la memoria... fue canonizado en 2003 en Madrid por Juan Pablo II, la última vez que vino a España, y junto a él canonizó también a Sor Angela de la Cruz, y otros 3 españoles más: Pedro Póveda, Genoveva Torres y Maravillas de Jesús. Estudiaba yo por entonces segundo de bachillerato y al ser 4 de mayo (tal dia como hoy que era domingo) estaba en pleno estudio de exámenes finales, Geografia concretamente. Pero no me separé de la tv. Recuerdo las palabras del Papa diciéndo a los jóvenes que él era también " un joven de 83 años" ya apenas sin voz y sin poder levantarse. El Canto de "color Esperanza" de Diego Torres, y el lema de aquel viaje " Seréis mis testigos" . Por entonces aquellos que se acercaron a Madrid como peregrinos recibieron un rosario de madera de olivo que mi prima me hizo llegar, mi abuela me enseño a rezar y hoy he llenado de oración agradecimiento y lágrimas tras tantos años acompañándome.

En fin, todo esto solo por compartir, y para que el que no lo supiera o no haya caido en la cuenta del dia de hoy, pues tenga presente al padre Rubio, pero sobre todo, yendo un poco más allá, que tenga presente la santidad a la que todas estamos llamados, aun con nuestras incoherencias, aún con nuestras limitaciones... la santidad de vida materializada en nuestro día a día, santificando nuestra jornada, nuestro día a día, con aquel en todo, "Amar y Servir"tan característico de S. Ignacio de Loyola

Les dejo algunas frases de S. Jose Mª Rubio que me gustan mucho, por si les apetece llevarlas a la oración.

"Sed mensajeros de Dios, vivid como lámparas encendidas"

"Hacer lo que Dios quiere, quere lo que Dios hace"

"El amor a Dios es la mayor herencia que puedes dejar a tus hijos"

"Al final de la vida nos queda la SANTIDAD"
 

jueves, 22 de diciembre de 2011

Proclama mi alma la grandeza del Señor (Lc 1, 46-56)

Esta mañana es mañana de ilusiones y sueños. Y es que muchos, tal vez no tantos como quisiéramos, serán los afortunados que hoy estallarán de alegría cuando vean como los niños del Colegio de San Ildefonso cantan con emoción el número de su décimo de lotería agraciado con algún premio, en el mejor de los casos, con el Gordo navideño. Para muchos, entre los que me incluyo, este sorteo extraordinario marca la cuenta atrás para las vacaciones navideñas y la Nochebuena; y es que, esa melodía de número recitados con nerviosismo y sonrisas es clave en la banda sonora del escenario de estos días año tras año.


A María le toco su Gordo particular sin tan siquiera jugarlo ni buscarlo. Seguramente al principio se viera sobrecogida y asustada por todo lo que se le venía encima, pues la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, no deja de ser una mujer, que vivió en su tiempo y por entonces con sus inseguridades, sus miedos y titubeos, a pesar de lanzarse con valentía abrazando ese SI que Dios mismo le pedía.


Al igual que hoy muchos, a lo largo y ancho de nuestro país, cantarán con alegría y celebraran el premio Gordo, María puso voz y letra a su propia dicha, a su propio grito de júbilo, y esa expresión de alegría es la que recoge el Evangelista S. Lucas en la lectura de hoy. El Magníficat.

Mucho se podría comentar de ese alarde de felicidad que inunda a María y que hoy la Iglesia conserva como himno, cantado y rezado a diario en la oración de Vísperas al final de la tarde, una misma oración en todo el mundo que brota del corazón de la propia Iglesia. Dando verdadero sentido universal a ese término Católico que caracteriza nuestra fe.


Pero amén de alegría y expresión de fiesta, el Magníficat es un mensaje de esperanza, de consuelo, de ilusión, que busca los oídos de los preferidos de Dios, esto es, de los pequeños, de aquellos que buscan pero muchas veces no encuentran, de aquellos a los que muchas veces ponemos las cosas más difíciles de lo que son. Es un grito que rasga el paso de la historia para hacernos caer en la cuenta que Dios “enaltece a los humildes y a los hambrientos los colma de bienes”.


Quisiera hoy, como signo de alegría, repetir a María. Como signo de ALEGRÍA, no esa que brota del Gordo de Navidad que pronto cantarán, sino esa alegría perenne que brota del mayor regalo que nos trae la Navidad, que es el nacimiento de un Dios encarnado que nace de mujer, y que apuesta por cada uno de nosotros. Como expresión de júbilo, ante tal regalo, que mejor manera de escenificarlo que rezando, que entonando esta mañana, tan cerca de Nochebuena, ese Magníficat que María pronunció, y que hoy sigue recordándonos y recordando a aquellos que necesitan consuelo.


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre

jueves, 8 de diciembre de 2011

Mujer del sí

Hay situaciones e imágenes que generalmente asociamos al “no”. Por ejemplo, la situación de crisis que atravesamos – que percibimos como un “no” al desarrollo económico, al crecimiento, al trabajo, etc. .-, o una ruptura – que muchas veces interiorizamos como un “no” al crecimiento personal, al plan de futuro soñado o a la negativa de conocer a alguien que vuelva a enamorarnos; incluso la fe y la figura de la Iglesia se lee muchas veces en clave de “no”: no hagas esto, no pienses de determinada manera, no critiques o reflexiones sobre tal práctica o tal discurso religioso…

Sin embargo todo es cuestión de percepciones, de renuncias entendidas como opciones personales, y de formas vitales de encarar las cosas.

La situación de crisis puede vivirse como un tiempo de reflexión y renovación, tiempo de decir “sí” al futuro, “sí” a volver a levantarnos y aprender de nuestros errores. Una ruptura puede suponer un “sí” a nuevas oportunidades, un “si” para mejor conocernos a nosotros mismos, querernos, valorarnos y volver a decir “sí” a otro amor que nos complemente. En la fe y en la Iglesia, lo importante, siempre es el “sí”, es lo que nos seduce, lo que abrazamos: el “sí” al seguimiento de Jesús es una forma de amor diferente, comprometido y apasionante, “sí” al Evangelio es decir un “sí” a una mirada ilusionante que ve el mundo con ojos de creyente y aprender a leer lo que va poco a poco viviendo; decir “sí” en la Iglesia es compromiso, fraternidad y universalidad, haciendo tuyas las necesidades y los sueños de aquellos que también viven ese “sí” de Iglesia, esa comunión de fe.

El Adviento también es tiempo de “sí” y hace hoy memoria de una de sus protagonistas más especiales. Pues el Adviento, es tiempo de María, tiempo de esperanza y acogida, tiempo de espera. María fue Madre, testigo, seguidora… pero sobre todo fue Mujer del “sí”, del compromiso sincero y real, Mujer de fe capaz de arriesgarlo todo y mirar con ojos de creyente. Mientras muchos hubiésemos necesitado explicaciones a ella le bastó un sencillo saludo: “Alégrate llena de gracia, el Señor es contigo” Dónde muchos hubiésemos visto una locura, ella vio un horizonte, dónde muchos hubiésemos buscado, pruebas y garantías, ella respondió “hágase en mi según tu Palabra”.

María dio a luz a la misma LUZ, llevando en sus entrañas al Amor de los amores, portadora de la Promesa de un Dios implicado con este mundo, que se encarna en Mujer para traer la Buena Nueva, alumbrado en una pobre cueva, sin más descanso que un sencillo pesebre.

Hoy es día para celebrar el “sí” de una Mujer y de tantas mujeres que llevan en su seno la encarnación misma, de un Dios Todopoderoso que opta por cada uno de nosotros, que vino al mundo de una madre como la nuestra, haciendo del Misterio compromiso. Día de un “Sí” en mayúsculas, con profunda mirada creyente. Día para hablar de Adviento, de espera, pero sobre todo del nombre de María…

Decir tu nombre María es decir que nuestra carne viste el silencio del Verbo.

jueves, 13 de octubre de 2011

Sangre de profetas (Lc 11, 47-54)

Llevamos una semana complicada. La cuestión económica en la que apenas avanzamos; la situación en el Cuerno de África, rincón que sigue desangrándose poco a poco ante la pasividad del mundo mientras unos pocos intentan frenar una hemorragia que no cesa; los temblores y las erupciones volcánicas que tienen a los herreños con el alma en vilo; la impotencia de desapariciones sin tener muy claro un desenlace con tintes de tragedia; y algo de lo que apenas se habla y cuando se hace, apenas nos interesamos: el sufrimiento de los cristianos coptos en Egipto.


Ser cristiano copto en Egipto se está convirtiendo en una cruz. Son alrededor del 10% de la población egipcia, hijos de una iglesia que según se dice, fue fundada en Alejandría por el propio S. Marcos, en los años inmediatos a la muerte de Jesús. Sufren el exilio, la sinrazón del odio por parte de sus propios hermanos y gobernantes, la desprotección por parte de las autoridades civiles y la represión de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Hace unos días otro episodio de odio, esta vez compartido con hermanos musulmanes que les acompañaban en la defensa de sus derechos. Cuestiones políticas dicen, pero ese día mucha sangre se derramó en el Cairo. 24 muertos y unos 180 heridos.


“Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos los perseguirán y matarán” dice hoy el Evangelio. Y así es. Tal vez hoy hablamos de Egipto y nuestros hermanos coptos, pero también hay profetas del Dios de la Vida repartidos por campos de refugiados en África, en escuelas en Centro América o trabajando en favelas, acompañando a enfermos, educando y trabajando a lo largo y ancho del planeta por una justicia que les brota de la misma fe. Un binomio indisoluble. Rostros anónimos, profetas de una nueva era desconocidos, pero con nombre propio que se dejan la piel. Consagrados al Evangelio desde diferentes opciones personales, que muchas veces les cuesta la propia vida.


Continúa Jesús diciendo en la lectura de hoy, “y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo”. Quién sabe de qué forma, quién sabe si al final la misericordia inundará todo. Pero mientras toca trabajar, tener presente tanta sangre derramada, orar por ellos en silencio tal vez ahora empezando la mañana, y tener presente que si eres consciente de que existe un problema, eres responsable de su solución. De eso hablan los profetas de la Lectura de hoy ¿no? De problemas e injusticias, al fin y al cabo de denuncia. Y sobre todo de soluciones que van de la mano del anuncio de la Buena Nueva.

jueves, 6 de octubre de 2011

Quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre (Lc 11, 5-13)

Son tiempos aciagos para la economía del mundo. Lo peor es cuando esas cifras de paro que no cesan de aumentar, ese miedo contagioso que se vive en el país heleno y empieza a inundar Europa, esas ventas de coches que ayer nos enterábamos que estaban a niveles de hace 15 años en nuestro país… lo peor de las cifras es que ocultan tras de sí realidades personales, rostros anónimos que no llegan a final de mes y cuya esperanza se ve mermada por una situación que no termina de mejorar, por un sistema que se ha tragado ilusiones, proyectos y rutina de muchos millones de personas.


Resulta ría un atentado moral hablar de esta crisis y no mencionar la situación de muerte y sufrimiento que ahora mismo se vive en El Cuerno de África. La desesperanza y la hambruna se han hecho fuertes en ese rincón de África, y sigue campando a sus anchas con más o menos intensidad por el resto del continente.


Tal vez empezar el día escuchando esto no anime, ni saque sonrisas, pero a veces la realidad hay que vivirla en toda su dureza, tenerla presente para mejor comprometerse y para mejor pedir y rogar por ella. El que conoce y mira con ojos de fe, debe dar un paso más apostando por el Reino, y esto supone, optar por una justicia que busque el bien del hermano, por una justicia que brota de la misma fe.


“Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre” quizás estas palabras suenen utópicas en medio de un sistema y de unas relaciones económicas y sociales que apenas encuentra sentido al concepto solidaridad. Pero el Evangelio es eso, optar por un sueño, por un deseo y una lógica que supera la humana y que nace en el seno del misterio de Dios. Un Dios que optó por el hombre y se encarnó en medio de nuestro mundo, echándonos cuenta como bien dice el evangelista hoy. Buscar, llamar y pedir no es otra cosa que optar y confiar, a pesar de lo negro del panorama, en un Dios que acompaña y se mueve en medio de la crisis mundial y de la hambruna africana. Hay que dejar a Dios ser Dios, pero hay que echarle una mano en la medida en que nuestro compromiso de fe nos exige protagonismo.