viernes, 13 de noviembre de 2009

S. Estanislao, unos muros, una historia, un muchacho

La Iglesia celebra hoy la festividad de S. Estanislao de Kotska, un nombre que mucho significa para mi y que esta intimamente unido a muchos y diferentes acontecimientos que me han venido sucediento en mi vida.

S. Estanislao es el nombre del colegio donde hace algunos años conocí a una chica especial, que a pesar de las dificultades, se lanzó a un compartir no pocas veces complicado, pero sobre todo lleno de gracias, alegrías y complicidad. Una novia que me enamora con cada gesto y cada mirada, una amiga que me acompaña y se deja acompañar. Una chica que es alegría y entusiasmo, descanso y apoyo, ejemplo de vocación y entrega desinteresada, oración y fe aun casi sin darse cuenta. Aun con todas las dificultades que acarrea nuestro paso por este mundo, la vida, de su mano y en su compaña, es maravillosa.


S. Estanislao es el Colegio donde he compartido muchos dias y semanas de actividades de pastoral, muchas horas de charla con chicos y chicas que pasan de ser simples desconocidos a grandes amigos, por los que bendices y das gracias por las experiencias compartidas. Donde he vivido momentos de discusión y dolor, pero sobre todo de fe y esperanza, grandes carcajadas y mucho cansancio. Momentos en los que sientes la presencia del Dios vivo paseando por esos enormes pasillos, moviéndose entre los que allí estábamos.

El Colegio S. Estanislao de Kotska es el inicio de muchas amistades, de muchos recuerdos y vivencias que han ayudado a forjar al chico que ahora mismo escribe estas líneas.


Es una obra educativa de los jesuitas; se podría decir que es de ellos, de los jesuitas y de todos aquellos que lo sentimos como propio. Gracias a todo lo que en él he vivido, amen de otras muchas cosas más, he aprendido, casi sin darme cuenta, a querer a la Compañía de Jesús y a la Iglesia, de una manera más profunda, más sentida y comprometida, lejos de las ñoñerias de una fe propia de la adolescencia.

El nombre que reciben estos muros, donde tantas vivencias se han sucedidos a lo largo de sus más de ciento veinticinco años, es ejemplo de entrega y vocación, hasta el extremo. Recogen el legado de un joven muchacho polaco cuya vida quiso consagrarla a Dios en el seno de la Compañía de Jesús, y a pesar de los encontronazos familiares y las trabas institucionales su convicción le dio fuerzas para atraversar Polonia y Alemania y ser recibido por el Provicial regional de los jesuitas, hoy Doctor de la Iglesia, S. Pedro Canisio. Su fe y su amor por Jesús sacramanetado eran tales que el Provincial le dio su visto bueno, teniendo por seguro que "grandes cosas esperaríamos de él"; y así fue como Estanislao, en 1567 parte rumbo a Roma donde es recibido por el Superior General de la Orden, S. Francisco de Borja. Diez meses después de empezar el noviciado, con apenas dieciocho años, caia enfermo de muerte - dicen que nunca se recuperó del arduo viaje que le supuso llegar a Roma - muriendo, entre plegarias a Maria, el día de su fiesta grande, siendo 15 de agosto de 1568.

Supongo que su empeño, alentado por su fe, y su sencillez de vida le valió una beatificación temprana, a la que su propio hermano pudo asistir el 14 de agosto de 1605. Hoy se le recuerda y se le reza como patrón de Polonia, y especialmente, como patrón de los novicios jesuitas.

S. Estanislao es para mi el germen de muchas experiencias que la vida me ha ido regalando, unas mejores y otras no tanto. Es por ello que no puedo dejar pasar esta fecha para compartir, con todos los que tengan a bien leer estas líneas, su memoria y su festividad. Dando gracias por su vida como muchacho que quiso vivir con radicalidad -no fundamentalismo- su entrega al Evangelio; dando gracias por la Compañia que lo acogio y en la que en su seno descansa; y dando gracias por el Colegio malagueño que lleva su nombre, donde la brisa del mar inunda un espacio lleno de historias y recuerdos, en los que el paso del Dios de la vida deja huella constantemente.

martes, 10 de noviembre de 2009

Naaaa, na, na nananaaaaaaaá

Nerviosismo y carreras hasta la tele. Es la hora. Toca pulsar el botón de aquel enorme aparato de televión de los ochenta y empezar a escuchar el famoso "naaa na ná na na ná" que quedaria impreso en la memoria de generaciones de chicos y chicas que algunas vez pasaron por Barrio Sésamo.


Fue en 1969 cuando en la pequeña pantalla norteamericana se emitia por primera vez. Diez años después son los hogares españoles- en España las cosas a su ritmo, no iba a ser esto una excepción - los que abren sus puertas, más bien sus televisores, a un programa que forma parte del patrimonio emocional de muchas generaciones de niños y niñas.

Supongo que en sus comienzos sus creadores no imaginaron que su obra acabaría teniendo tal repercusión, y que ocuparía un puesto preminente en el recuerdo de millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Y es que son cerca de 120 países en los que Sesame Street se ha colado. Cuarenta años desde entónces con sus respectivas adaptaciones nacionales, unos 4.187 episodios, 37 temporadas que lo han convertido en el programa para niños más duradero en la historia de la televisión. ¿Y cúal fue y es el secreto? pues ni idea... yo disfruté de la serie a mitad de los ochenta y ahora, con mi edad, me atrevo a decir que tal vez en su sencillez radica su magia. Bien es cierto que por entónces los niños, creo, eramos más inocentes, y una marioneta de colores vivos podía "atontarnos pedagogicamente" durante un rato.

Desde aqui, y como tengo la suerte de decidir qué publico, quiero homenajear a este programa, a esas marionetas, nacidas de la mano de Jim Henson, que tan buenos ratos me han hecho pasar y como no, a la versión española.


A ese Espinete, ese erizo rosado que en tantos lios se metia bajo la atenta mirada de Don Pimpón, Chema el panadero, el viejo Julián el del kiosko, la gallina Caponata... todas sus andanzas se intercalaban con episodios de los inseprables Epi y Blas; Coco con su repetitivo y pausado "arriba, abajo"; Oscar el Gruñon, el ejemplo a no imitar con ese carácter antipático y arisco; Juan Olvido y ese caballo que le recordaba lo que debia hacer; la mítica rana gustavo y mis preferidos: el Conde Draco, ese vampiro añorable con la obsesión de contar y contar a todas horas, contagiando su cariño a las matemáticas a todo el que queria atenderle y Triki, nuestro monstruo de pelaje azul que engullia galletas sin tino a todas horas.

La magia de todo esto es que el programa, y todos aquellos que formaban parte de él, tiene una clara vocación docente y todo lo que en él se desarrolla, amén de divertir y entretener, cumple una función pedagógica que muchos profesores de universidad que conozco querrian poseer - trasladada a su ámbito y nivel evidentemente-.

El respeto a la diversidad, la amistad, el compartir, la confianza, la multiculturalidad eran valores que a través de unas marionetas muchos niños y niñas empezamos a conocer y, casi sin darnos cuenta, a interiorizar.

No creo que la mia sea una generación mejor ni peor por haber disfrutado de este programa, pero es cierto que a día de hoy no me cambio por ninguna otra, y que me siento muy orgulloso de emocionarme y sonreir al recordar historietas de estos personajes, y de ser uno de los millones de niños que pasamos por Barrio Sésamo y nos reimos a pierna suelta con ese ¡¡ quiero galleta !!

martes, 3 de noviembre de 2009

Y así es

A la vez que degustaba un plato de potaje de lentejas, acompañado propiamente de su chorizo y de un pedazo de pan de Alfacar, sonaba la musiquilla que da inicio al telediario del mediodia. Cual ha sido mi sorpresa cuando, a la noticia que hacía referencia a la capilla ardiente del actor José Luis López Vázquez le seguía la del fallecimiento del granaino Francisco Ayala.

Obituarios habrá de sobra sobre estos dos gigantes españoles que ya duermen el sueño de los justos. Ayala, escritor y humanista que tiene en su haber todos los méritos y reconocimientos españoles con los que alguien dedicado a las letras quisiera dejar este mundo, amén de una vida larga que disfrutó, para bien o para mal, de la historia del pasado siglo XX en España.


El gran López Vázquez, cuya imagen tragicómica quedará para siempre en la retina de aquellos que lloramos de risa o que nos emocionamos con sus personajes. Un actor al que, aún sin haber tenido la suerte de estrecharle la mano nunca, sientes como propio y cercano, seguramente consecuencia de la magia que algunas personas trasmiten.


Se nos fueron dos referentes de gran peso del patrimonio cultural español, cada uno en lo suyo, pero los dos grandes maestros y grandes ejemplos de vidas dedicadas a una vocación que alimenta las ganas de vivir.

La cuestión es que mientras yo, a una velocidad pasmosa, reflexionaba sobre la vida de estos genios del escenario y la pluma, mi abuela a mi lado hizo un comentario que me resultó mucho más rico y certero que el recuerdo y homenaje personal que mi mente realizaba en pocos segundos.

Me decia: "al final tengas mucha inteligencia, mucho prestigio, seas muy conocido o poco, tengas dinero o premios, todos acabamos igual. Y es que la muerte es lo único seguro que hay en esta vida. Nos toca vivir sin miedo a la muerte, y luego Dios proveerá".

Y asi es...