jueves, 23 de junio de 2011

Corpus Christi por las calles de Granada

Este año ha caido tarde, muy tarde, pero hoy, manteniendo la vieja tradición junto con ciudades como Madrid, Toledo o Sevilla, en Granada se ha celebrado la festividad del Corpus Christi.

El Corpus, es la fiesta de adoración por excelencia en la que Jesús, en el santísimo sacramento de la eucarístia, es el centro. La consagración inunda al cristiano que se postra ante el Señor en la custodia. Otro regalo del Dios de la Vida que pone de manifiesto esa implicación de tú a tú que Dios quiere para y con nosotros. Y es que el santísimo sacramento se configura como reflejo de un compromiso de Dios con la Humanidad entera y del deseo de Jesús de permenecer con nosotros siempre y en cualquier lugar donde nos encontremos - "yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).

La procesión que esta mañana, bajo un sol de justicia, ha acompañado al Señor por las calles de la ciudad nazarí, es todo un regalo que el pueblo granadino disfruta entre abanicos y esencia de hierbas arómaticas que cubren el recorrido por el que pasa la custodia, acompañada por religiosos con sus respectivos hábitos, seminaristas, acólitos, diáconos, sacerdotes y laicos, todo el Pueblo de Dios, que acompaña durante una mañana al Señor en la custodia, como gesto de agradecimiento por esa caminar a nuestra vera que Dios mismo tiene con nosotros.
La fiesta del Corpus se encuentra a caballo entre dos fiestas que creo deben observarse en su conjunto para poder así entender el sentido, el fundamento y contenido de cada una de ellas por separado.

En primer lugar la precede la fiesta de la caridad por excelencia que celebramos el Jueves santo, en la cual nos maravillamos con una celebración que sitúa a un Jesús servidor - no he venido a ser servido, sino a servir (Mt 20, 28) - entregado a la causa de un Dios que no se olvida de nosotros. El Evangelio de ese día nos muestra un Jesús que ama, que se arrodilla ante sus amigos para lavar sus pies en una de las escenas más bellas y de mayor catequesis que la Sagrada Escritura nos regala. Un Jesús que instituye la Eucarística, misterio de nuestra fe, y que lo hace presente en ese pan y ese vino consagrado.

Y por otro lado, la continua la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús que el próximo viernes celebramos. Un fiesta que es síntesis del mensaje de compromiso y entrega que Dios nos trae de la mano de Jesús. Ese compromiso que nos recuerda que Dios mismo se encarna, se hace carne como nosotros, participando al mismo nivel de nuestra historia, con un mismo corazón humano que representa y recoge el mensaje de toda la Buena Nueva: Dios es amor, acompaña y no abandona nunca, es por ello que el nombre de cada uno de nosotros tiene hueco en ese corazón humano y divino que es el Corazón de Jesús y que es símbolo de compromiso.
Entender y leer el mensaje de estas tres fiestas en su conjunto creo que es fundamental para interiorizar y abrazar ese plan de salvación, esa vocación a la santidad, y esa llamada a ser felices que Dios quiere para cada uno de nosotros. Siendo así, la adoración y la acción de gracias materializada al Señor en custodia cobra todo su sentido, y es entónces cuando la oración frente al Señor expuesto no atiende únicamente a peticiones, demandas o vacia adoración física, sino que simplemente es Gracia, es acompañamiento y sobre todo,agradecimiento por tanto bien recibido.
¡ Alabado sea el satísimo Sacramento del altar!

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