jueves, 29 de septiembre de 2011

Rabí, tú eres Hijo de Dios (Jn 1, 47-51)

Muchas veces lo esencial es invisible a los ojos se dice en la obra de El Principito, y siento que mucho de eso hay en el tema de la fe. Hace unas semanas mientras paseaba pude escuchar la conversación que dos hermanos de apenas 4 y 6 años mantenían a la vera de sus padres, justo enfrente de la puerta de una iglesia. El pequeño preguntaba a la mayor “Y entonces, ahora mismo, ¿dónde está el Señor?” Y esta, como si de una pregunta absurda se tratase respondía como obvio “pues ahí dentro” mientras señalaba con nervio la puerta de la Iglesia. El pequeño, sorprendido por la respuesta, mientras lanzaba un espontáneo beso con la mano gritó, “anda,¡adiós Señor!”. Esta escena y los gestos de estos niños me han venido a la cabeza mientras leía la lectura de S. Lucas de hoy. La ingenuidad, la inocencia y la sencillez de ambos niños hicieron que, dentro de su edad y su pequeñez, hicieran una manifestación espontánea y cariñosa de fe. Una fe que apenas esta naciendo, pero con una sencillez, una libertad y una confianza que muchos cristianos necesitaríamos para nuestra vida. La confianza en su hermano mayor hizo que el pequeño quisiese despedirse de un Dios que habitaba en la Iglesia, sin más preguntas, sin de momento necesitar más.

¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Esta es la pregunta que Jesús hace a Natanael en la lectura del Evangelio de hoy, después de que este reconociese a Jesús como Hijo de Dios. Simplemente por hablarle directamente. Quizás necesitamos de esa confianza que Natanael puso en Jesús, hasta el punto de reconocerlo con tan solo oírlo. Quizás solo necesitamos estar un poco más atentos y apreciar en lo cotidiano la presencia de Dios. Un Dios que está en lo normal en lo cotidiano, y al que un niño es capaz de reconocer fiándose únicamente de su hermano. Tal vez lo que nos falte es esa facilidad de confiar, esa sencillez para acoger y ser capaces de decir Maestro, tú eres el Hijo de Dios.

Pasen buen día y muchas felicidades a los que celebren su fiesta por S. Miguel, S. Rafael y S. Gabriel.

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