S. Estanislao es el nombre del colegio donde hace algunos años conocí a una chica especial, que a
pesar de las dificultades, se lanzó a un compartir no pocas veces complicado, pero sobre todo lleno de gracias, alegrías y complicidad. Una novia que me enamora con cada gesto y cada mirada, una amiga que me acompaña y se deja acompañar. Una chica que es alegría y entusiasmo, descanso y apoyo, ejemplo de vocación y entrega desinteresada, oración y fe aun casi sin darse cuenta. Aun con todas las dificultades que acarrea nuestro paso por este mundo, la vida, de su mano y en su compaña, es maravillosa.
S. Estanislao es el Colegio donde he compartido muchos dias y semanas de actividades de pastoral, muchas horas de charla con chicos y chicas que pasan de ser simples desconocidos a grandes amigos, por los que bendices y das gracias por las experiencias compartidas. Donde he vivido momentos de discusión y dolor, pero sobre todo de fe y esperanza, grandes carcajadas y mucho cansancio. Momentos en los que sientes la presencia del Dios vivo paseando por esos enormes pasillos, moviéndose entre los que allí estábamos.
El Colegio S. Estanislao de Kotska es el inicio de muchas amistades, de muchos recuerdos y vivencias que han ayudado a forjar al chico que ahora mismo escribe estas líneas.

Es una obra educativa de los jesuitas; se podría decir que es de ellos, de los jesuitas y de todos aquellos que lo sentimos como propio. Gracias a todo lo que en él he vivido, amen de otras muchas cosas más, he aprendido, casi sin darme cuenta, a querer a la Compañía de Jesús y a la Iglesia, de una manera más profunda, más sentida y comprometida, lejos de las ñoñerias de una fe propia de la adolescencia.
El nombre que reciben estos muros, donde tantas vivencias se han sucedidos a lo largo de sus más de ciento veinticinco años, es ejemplo de entrega y vocación, hasta el extremo.
Recogen el legado de un joven muchacho polaco cuya vida quiso consagrarla a Dios en el seno de la Compañía de Jesús, y a pesar de los encontronazos familiares y las trabas institucionales su convicción le dio fuerzas para atraversar Polonia y Alemania y ser recibido por el Provicial regional de los jesuitas, hoy Doctor de la Iglesia, S. Pedro Canisio. Su fe y su amor por Jesús sacramanetado eran tales que el Provincial le dio su visto bueno, teniendo por seguro que "grandes cosas esperaríamos de él"; y así fue como Estanislao, en 1567 parte rumbo a Roma donde es recibido por el Superior General de la Orden, S. Francisco de Borja. Diez meses después de empezar el noviciado, con apenas dieciocho años, caia enfermo de muerte - dicen que nunca se recuperó del arduo viaje que le supuso llegar a Roma - muriendo, entre plegarias a Maria, el día de su fiesta grande, siendo 15 de agosto de 1568.
Supongo que su empeño, alentado por su fe, y su sencillez de vida le valió una beatificación temprana, a la que su propio hermano pudo asistir el 14 de agosto de 1605. Hoy se le recuerda y se le reza como patrón de Polonia, y especialmente, como patrón de los novicios jesuitas.
S. Estanislao es para mi el germen de muchas experiencias que la vida me ha ido regalando, unas mejores y otras no tanto. Es por ello que no puedo dejar pasar esta fecha para compartir, con todos los que tengan a bien leer estas líneas, su memoria y su festividad. Dando gracias por su vida como muchacho que quiso vivir con radicalidad -no fundamentalismo- su entrega al Evangelio; dando gracias por la Compañia que lo acogio y en la que en su seno descansa; y dando gracias por el Colegio malagueño que lleva su nombre, donde la brisa del mar inunda un espacio lleno de historias y recuerdos, en los que el paso del Dios de la vida deja huella constantemente.