Hay situaciones e imágenes que generalmente asociamos al “no”. Por ejemplo, la situación de crisis que atravesamos – que percibimos como un “no” al desarrollo económico, al crecimiento, al trabajo, etc. .-, o una ruptura – que muchas veces interiorizamos como un “no” al crecimiento personal, al plan de futuro soñado o a la negativa de conocer a alguien que vuelva a enamorarnos; incluso la fe y la figura de la Iglesia se lee muchas veces en clave de “no”: no hagas esto, no pienses de determinada manera, no critiques o reflexiones sobre tal práctica o tal discurso religioso…
Sin embargo todo es cuestión de percepciones, de renuncias entendidas como opciones personales, y de formas vitales de encarar las cosas.
La situación de crisis puede vivirse como un tiempo de reflexión y renovación, tiempo de decir “sí” al futuro, “sí” a volver a levantarnos y aprender de nuestros errores. Una ruptura puede suponer un “sí” a nuevas oportunidades, un “si” para mejor conocernos a nosotros mismos, querernos, valorarnos y volver a decir “sí” a otro amor que nos complemente. En la fe y en la Iglesia, lo importante, siempre es el “sí”, es lo que nos seduce, lo que abrazamos: el “sí” al seguimiento de Jesús es una forma de amor diferente, comprometido y apasionante, “sí” al Evangelio es decir un “sí” a una mirada ilusionante que ve el mundo con ojos de creyente y aprender a leer lo que va poco a poco viviendo; decir “sí” en la Iglesia es compromiso, fraternidad y universalidad, haciendo tuyas las necesidades y los sueños de aquellos que también viven ese “sí” de Iglesia, esa comunión de fe.
El Adviento también es tiempo de “sí” y hace hoy memoria de una de sus protagonistas más especiales. Pues el Adviento, es tiempo de María, tiempo de esperanza y acogida, tiempo de espera. María fue Madre, testigo, seguidora… pero sobre todo fue Mujer del “sí”, del compromiso sincero y real, Mujer de fe capaz de arriesgarlo todo y mirar con ojos de creyente. Mientras muchos hubiésemos necesitado explicaciones a ella le bastó un sencillo saludo: “Alégrate llena de gracia, el Señor es contigo” Dónde muchos hubiésemos visto una locura, ella vio un horizonte, dónde muchos hubiésemos buscado, pruebas y garantías, ella respondió “hágase en mi según tu Palabra”.
Sin embargo todo es cuestión de percepciones, de renuncias entendidas como opciones personales, y de formas vitales de encarar las cosas.
La situación de crisis puede vivirse como un tiempo de reflexión y renovación, tiempo de decir “sí” al futuro, “sí” a volver a levantarnos y aprender de nuestros errores. Una ruptura puede suponer un “sí” a nuevas oportunidades, un “si” para mejor conocernos a nosotros mismos, querernos, valorarnos y volver a decir “sí” a otro amor que nos complemente. En la fe y en la Iglesia, lo importante, siempre es el “sí”, es lo que nos seduce, lo que abrazamos: el “sí” al seguimiento de Jesús es una forma de amor diferente, comprometido y apasionante, “sí” al Evangelio es decir un “sí” a una mirada ilusionante que ve el mundo con ojos de creyente y aprender a leer lo que va poco a poco viviendo; decir “sí” en la Iglesia es compromiso, fraternidad y universalidad, haciendo tuyas las necesidades y los sueños de aquellos que también viven ese “sí” de Iglesia, esa comunión de fe.
El Adviento también es tiempo de “sí” y hace hoy memoria de una de sus protagonistas más especiales. Pues el Adviento, es tiempo de María, tiempo de esperanza y acogida, tiempo de espera. María fue Madre, testigo, seguidora… pero sobre todo fue Mujer del “sí”, del compromiso sincero y real, Mujer de fe capaz de arriesgarlo todo y mirar con ojos de creyente. Mientras muchos hubiésemos necesitado explicaciones a ella le bastó un sencillo saludo: “Alégrate llena de gracia, el Señor es contigo” Dónde muchos hubiésemos visto una locura, ella vio un horizonte, dónde muchos hubiésemos buscado, pruebas y garantías, ella respondió “hágase en mi según tu Palabra”.
María dio a luz a la misma LUZ, llevando en sus entrañas al Amor de los amores, portadora de la Promesa de un Dios implicado con este mundo, que se encarna en Mujer para traer la Buena Nueva, alumbrado en una pobre cueva, sin más descanso que un sencillo pesebre.
Hoy es día para celebrar el “sí” de una Mujer y de tantas mujeres que llevan en su seno la encarnación misma, de un Dios Todopoderoso que opta por cada uno de nosotros, que vino al mundo de una madre como la nuestra, haciendo del Misterio compromiso. Día de un “Sí” en mayúsculas, con profunda mirada creyente. Día para hablar de Adviento, de espera, pero sobre todo del nombre de María…
Decir tu nombre María es decir que nuestra carne viste el silencio del Verbo.
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